Mujer argentina es condenada a un año de prisión por besar a su esposa

El fallo, a cargo del Tribunal Oral en lo Criminial N°26 y emitido este 28 de junio de 2019 por la jueza Marta Yungano, establece un año de prisión en suspenso por “resistencia a la autoridad” y el pago total de los costos del juicio.

El 2 de octubre de 2017, Gómez y su esposa estaban frente a la estación de trenes de Constitución. Según el relato de la acusada, ambas “estaban tranquilas” hasta que se les acercó un empleado de Metrovías para pedirle a Mariana que deje de fumar. Esta le respondió que no había ningún cartel que indicara que estaba prohibido fumar en el espacio y que había otras personas fumando, a las que no se les había dicho nada. El empleado llamó a un policía, Jonatan Maximiliano Rojo, que en todo momento trató a Gómez como varón: “pibe, apagá el cigarrillo”, le dijo.

Según el diario Página 12, Mariana intentó irse del lugar pero Rojo le puso la mano en el pecho y le dijo “quédate acá que vas a ser detenido”. El oficial llamó a una colega, Karen Villarreal, y comenzó a forcejear con Mariana. Rojo le torció el brazo y la tiró para atrás, a lo que Mariana se agarró del pelo de Villarreal para no caer. Luego de mantenerla en el piso esposada durante tres horas, la llevaron a un calabozo y la obligaron a desnudarse frente a un grupo de policías.

El abogado de Gómez anunció que apelarán la sentencia el próximo 5 de julio, día en el que se leerán los fundamentos del fallo.

Compartimos carta escrita por Mariana y publicada por La Garganta Poderosa antes del fallo:

“NOS QUIEREN PRESAS, NOS QUIEREN ADOCTRINAR”

* Por Mariana Gómez,
procesada por besar a su esposa en la vía pública.

En los últimos días siento una ansiedad insoportable y a medida que se acerca la fecha es peor: el martes será el dictamen y ahí se definirá si me condenan por besar a mi pareja en 2017, en la estación Constitución. Me parece increíble que me hayan detenido de manera ilegal y que nuestro caso haya llegado a esta instancia dos años después. En ese momento inventaron que estábamos “fumando” en una zona prohibida, descartado por la solidaridad de la gente que se acumuló y grabó todo: cómo me detiene un varón, cómo me dejan sentada y esposada durante tres horas antes de llevarme a un calabozo, donde empezó otro calvario… Ahora, estoy enjuiciada por “desacato a la autoridad”. ¡Una locura total!

Los efectivos, sin inmutarse, me pidieron, que me sacara toda la ropa que tenía puesta, como parte del “protocolo”. Pasé de estar con mi pareja a estar abierta de piernas, desnuda con tres policías diciéndome que me agachara y me parara cuantas veces ellos quisieron. Sentí una humillación horrible e inevitablemente volví el tiempo atrás en mi cabeza: mi pasado me gritaba, me sentí violada nuevamente… En 2012 denuncié a dos personas en Olavarría por haberme abusado sexualmente durante 16 años. Sin embargo, ocho años después ellos quedarán libres y sin una sola audiencia encima. Me violaron sistemáticamente desde los 3 hasta los 19 años. Y junto conmigo también hablaron mis dos hermanas, que padecieron lo mismo. Ellos libres, tranquilos, y yo acá, con la posibilidad de ir presa.

Desde que tengo conciencia me gustan las personas de mi propio género, aunque me tomó muchos años exteriorizarlo. Que nos hayan detenido por estar besándonos en la vía pública, al igual que lo hacen muchas parejas, es parte de toda una cultura machista, de la falta de perspectiva de género y de un Estado que avala estas injusticias. No fue casualidad sino una manera de adoctrinarnos: 15 días después de lo que ocurrió, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, emitió un protocolo donde se exhorta a las Fuerzas a preguntarles a las personas detenidas “por su orientación sexual para saber cómo tratarla”.

Hoy, estoy de pie gracias a Rocío, mi pareja, que me sostiene día a día para enfrentar este juicio y también para demostrarle a quienes sufren situaciones similares que las necesitamos fuertes, sin miedo, para así evitar los peores retrocesos.

Y porque por nada en el mundo,
debemos dejar de darnos besos.

Recomendamos lectura del artículo de Mariana Carvajal: Todo lo irracional del sistema judicial

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